Concha Polo. Ex alcaldesa y eterna maestra |
Hasta que no se experimenta no se sabe lo que se siente al escuchar estas palabras de León Felipe en el tono grave y algo roto de Concha, Concha Polo. Mujer que dice “prohibido morderse la lengua”. A partir de ahí la tendremos abierta en canal, nos hará viajar en una montaña rusa de sensaciones y dar vueltas una y otra vez sin descanso a una obsesión: la educación, “porque la educación es la llave de la libertad, no hay más”, y lo dice asestando una palmada a la mesa, “solo así se puede desarrollar todo el potencial que tiene el ser humano, y situarse en el lugar que le corresponde en la sociedad”. Y lucha por ello alguien que se sabe afortunada, “porque si algo había claro en mi casa, es que tanto los niños como las niñas teníamos que estudiar”.
“Yo no puedo con ella, es su hija”
“Ahí, donde ahora está la chimenea nací yo”. Estamos sentados en torno a una mesa camilla, en lo que hoy es el salón de una casa firme, de muros gruesos, en el centro de Torreorgaz, a apenas 18 kilómetros de Cáceres. Un pueblo en el que hace 71 años, el maestro sabía que esa hija que acababa de nacer recibiría la misma educación que sus hijos. No en vano, era una familia de maestros y maestras. “Mi abuela tuvo que ser una mujer avanzada a su tiempo, muy lúcida”.Y parecía que todo se conjuraba a favor de esa niña inquieta que quería saber como los niños y estudiar con los niños. “Como era tan nerviosa, la maestra de la escuela de niñas debía estar hasta el gorro de mí, y un buen día, me cogió, me llevó ante mi padre y dijo: 'Aquí se la dejo, yo no puedo con ella y es su hija', esto haría que a partir de ese momento mi educación fuera en la escuela de chicos”.
Anécdotas, dice, pero que fueron marcando el carácter de Concha, la que a escondidas daba sorbitos al Vino Quina Santa Catalina que guardaba su madre o se negaba a hacer las camas de sus hermanos o a limpiar la casa “si no lo hacían también los chicos”. Vuelve entonces a surgir la obsesión: la educación. “Se ha ido avanzando mucho -reconoce- pero no lo suficiente porque la educación de los propios maestros no ha sido una formación igualitaria, como tampoco lo era la educación en las casas...” Hay que frenarla, nos vemos en la obligación de frenar a Concha antes de que entre como galerna a narrar sus luchas en las aulas. Accede y nos resume arrugando aún más el ceño, haciendo esfuerzo por recordar ordenadamente: tras culminar los años de Magisterio, y un breve período como maestra en Torreorgaz, Concha consigue, tal como deseaba, un puesto en la escuela hogar de Baños de Montemayor, “quería salir del pueblo y del núcleo familiar”. Ya en Baños, el carácter y las ideas fuertes e inamovibles de Concha la harían abandonar el centro, “junto a otras cuatro maestras, porque en aquella escuela hogar veraneaban en colonia los hijos de determinados funcionarios y en inverno recibían clases nuestras alumnas, pero pretendían que las niñas no hicieran uso de muchas cosas y espacios que sí se utilizaban durante los veranos, así que nos cabreamos y nos fuimos”. Esa era y es Concha.
Las Hurdes, tierra de lucha
Quería ir allí, a Las Hurdes. Buscaba, entonces, lugares donde la educación pudiese ser el inicio de un mínimo de mejora dentro de las necesidades que se tenían. Años de mucho trabajo, años de muchas ilusiones y de muchas esperanzas. También de muchas luchas. El Bronco, La Muela… “como la cabra tira al monte, yo tiré hacia Las Hurdes, era consciente de todo lo que se necesitaba allí, y yo quería estar presente”. Calla un instante y nos sonríe jugando al falso pudor, “quería ayudar en los lugares más desfavorecidos, y yo creo que eso me venía de alguna enseñanza de… de una orden religiosa a la que pertenecí durante un tiempo”, y como de bien nacida es ser agradecida, dice, “tengo que decir que me enseñaron algunas cosas claves, luego vi que todo quedaba en la teoría y las mandé a hacer gárgaras”.Y en Las Hurdes volvió a chocar con una piedra contra la que lucharía sin descanso: la educación familiar. Fue en un aula mixta de un colegio unitario, donde quería enseñar a hacer labores a niños y a niñas, “¿por qué no? Pero los niños se negaron, no había nada que hacer, hasta que un día -recuerda- aparecieron los niños con unas bufandas hechas de punto, se habían escondido en el pinar y con varillas de paraguas no cejaron hasta que las consiguieron hacer”. De ahí que, a su juicio, el cambio a la educación mixta nacía adoleciendo de algunos puntos, para Concha claves, “¿Por qué no se podían mantener asignaturas que son convenientes para niños y para niñas, como por ejemplo saber coser un botón, hacer labores o aprender cocina? ¿qué malo había en mantenerlo?”. En momentos, la fuerza de Concha nos parece que se diluye y toma forma de impotencia. Pero al instante vuelve la fuerza.
La educación, insiste, es el arma para evitar injusticias, el arma para desarrollarse, el arma para acallar abusos. Y vuelve a sus años hurdanos, “donde trabajábamos duro también por el desarrollo de la zona; en un momento dado, llegaron unos hombres del ministerio para proponernos unos planes provinciales de desarrollo”, el gesto de Concha no puede ser más elocuente para mostrar aún una indignación que dura a través de los años, “¿os creéis que proponen que finjamos la aparición de la Virgen a alguna persona de la zona, de modo que salte a los medios y haya peregrinaciones a la comarca? ¿Os lo podéis creer? ¡Inaudito! Los echamos de allí con viento fresco. Estábamos preparadas, sabíamos qué necesitaba nuestra tierra para el desarrollo; la educación, una vez más, nos ayudaba a saber dónde teníamos que estar. Los echamos con viento fresco”. Como quien gana la batalla extiende las manos mostrándonos las palmas y reitera: “la educación es la base y el remedio de todos los males”.
“¿Y qué me decís de las AMPAS?”
Vuelve una vez más la educación, palabra que no abandona el discurso de Concha, esa mujer que se define eterna maestra, “porque maestra se es siempre”. Si le preguntamos por hitos que han hecho cambiar la vida de las mujeres, quiere agacharse de nuevo y tocar tierra. “Sí -dice-, podemos hablar del voto de la mujer o de la posibilidad de que la mujer abra su propia cuenta en el banco…, pero ¿qué me decís de las AMPAS?”, sinceramente, nos coge de sorpresa su pregunta retórica, “la mujer suele ser de siempre la que ha acudido a hablar con el profesor, pero se ha limitado a eso: a una visita. Con la creación de las AMPAS, las madres pasan a visibilizarse, a participar, a decidir, a pertenecer a los consejos escolares… ha sido una forma de que la mujer dé un paso adelante”.La mañana ha ido cayendo y continúa hablando. Nos habla de Bertolt Brech, de Edumundo de Amici y su “Corazón”, vuelve a León Felipe y su “Antología rota”… A esta altura del encuentro, nos atrevemos ya a preguntarle por el color azul de su pelo. “Desde joven era canosa y se empeñaban en decirme que me tenía que tapar las canas, que me tiñera el pelo, yo les decía que el día que lo hiciera lo haría como me diera la real gana”. Y así lo ha hecho. Es esto lo que reclama para la mujer y a la mujer: que actúe y que actúe siguiendo sus convicciones y con pleno convencimiento.
Este año, con motivo del 8 de marzo, desde Diputación de Cáceres nos hemos propuesto retratar a las mujeres de esta provincia de una forma real y cercana. Mujeres valientes, que son ejemplo y reflejo de la heterogeneidad de la mujer de hoy y de cómo desde ámbitos muy diferentes se puede y debe trabajar por la igualdad real. Cada día, entre el 1 y 7 de marzo ambos inclusive, conoceremos el testimonio de una de esas mujere. PUEDES LEERLOS EN ESTE ENLACE.
gran persona ¡¡ y mi profesora un tiempo.
ResponderEliminar....una afortunada alumna,siempre fue un referente.Gracias Maestra.
ResponderEliminarsii cierto , gran persona y gran profesora,
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