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3 de marzo de 2017

Pilar Porras, con una sonrisa siempre pintada en la cara

Pilar Porras, con una sonrisa siempre pintada en la cara
Pilar Porras, con una sonrisa siempre pintada en la cara

Pintora y bordadora con la boca. Becada por la Asociación internacional de Pintores con la Boca y con el Pie


Incluso cuando sujeta el pincel entre los dientes, incluso en ese momento, Pilar Porras sonríe. “Y hablo, también hablo mientras pinto”. Es lo primero que llama nuestra atención cuando nos encontramos frente a ella en la puerta del Centro de Atención a Personas con Discapacidad Física (CAMF) de Alcuéscar. Su sonrisa. Grande, como si sonriera a todo el mundo a la vez. Y con ella nos arrastra al Salón de Plenos del municipio, que será donde charlemos largo y tendido.

Una joven Pilar Porras posa en Jaraicejo
Una joven Pilar Porras posa en Jaraicejo
Quizá Pilar Porras desde siempre supiera que quería ser “ella misma”, sin embargo, para muchos no sería fácil pensar que esa niña que nace sin posibilidad de mover brazos y piernas, esa niña que en la casa de Jaraicejo se arrastraba por los suelos podría alguna vez ser casi casi lo que ella sueña cada mañana. “En mi casa no había poderes -recuerda- así que no tuve silla hasta que nos dieron un sillón de madera de unos señores de Navalmoral que fallecieron, y mi padre le puso unas ruedas de moto. Fue mi primera silla de ruedas”, la eléctrica no llegaría hasta que ingresara, ahora hace 22 años, en el CAMF.

Sin embargo, con aquel pesadísimo sillón comenzó a ver aún más posibilidades. La inquietud de Pilar inquietaría si no viéramos que todo lo que se propone lo consigue. “Sabía que no podría subir escaleras ni montañas, pero sí aprender, así que le pedí a mi hermano pequeño que me enseñara las letras. Luego, cuando tuve 20 años me apunté a un curso por correspondencia de cultura general”.

Le hubiera gustado ser maestra, pero para eso tenía que trasladarse a Navalmoral, “y no había posibles”, repite. Sin embargo, sonríe con un visible orgullo cuando le decimos que es “una estupenda maestra de la vida”. No muestra modestia, tiene muchas más cosas que mostrar.

“Yo misma me lavo la cara”

Pilar Porras. Pintora.
Pilar Porras, pintora.
Y por eso, porque tenía muchas cosas que mostrarse a ella misma, quiso salir de su casa e ingresar en el centro. “Como era lógico, desde niña, me protegían mucho, y yo quería vivir mi vida, además, aquí tenía a mi media naranja”, nos dice endulzando aún más la voz. Doce años de matrimonio y diez años ya sin él.

Pero había que seguir. “Nunca me he sentido inútil porque si tengo una discapacidad, también tengo la capacidad de ir a más cada día, irme superando cada día que pasa”, y prueba de ellos son sus cuadros, sus bordados, su ganchillo, sus bolillos, sus encuadernaciones y hasta sus plantas, “las riego yo misma”. La miramos hasta con pudor ante su fortaleza. Una mujer elegante y presumida, maquillada, peinada, cuidadas las manos diminutas que mantiene pegadas a su pecho. “¡Sí, sí! Yo me echo las cremas en la cara, me lavo la cara, me maquillo, me peino… todo lo hago con ayuda de palos adaptados para cada cosa. Mi habitación está repleta de palos”, ríe.

Y llega la beca

A este remolino de deseos e inquietudes, se sumó la pintura. Casi 20 años pintando para la Asociación internacional de Pintores con la Boca y con el Pie, “fue como una ventana enorme que se abría ante mí cuando ya tenía 52 años, fíjate”. Así comenzó las clases con Marisa Escudero, profesora a la que recuerda agradecida.

Una de las fantásticas obras creadas por la artista Pilar Porras
Una de las fantásticas obras creadas
por la artista Pilar Porras
A partir de ahí todo parecía ir rodado, sobre todo porque a todo se lanzaba Pilar. Solicitó una beca a la Fundación y la obtuvo. “Cuando me dio la carta la directora de entonces del centro, Ana Garrido, me eché a llorar; ni Ana ni mi marido entendían nada, pero ¡fue tal la emoción! Es tener un trabajo como el que vosotros tenéis, unos lo hacen con las manos y otros con la boca”.

Así, cada año hace un envío de una media de 14 cuadros a la Asociación. “Sobre todo acuarela porque, aunque también he hecho otras técnicas como el acrílico o la témpera, éstas son más complicadas para adaptarlas a mí”. Y esta pasión la va alternando con otras muchas como la encuadernación, el bordado o las excursiones. “Los hombres son menos echados para adelante, la mujer muestra más coraje”, nos dice, a la vez que anima a todos los hombres a no dejarse.

Y llega también el momento de dirigirse a toda la sociedad al completo. “Nosotros nos tenemos que sobreponer a las dificultades pero la sociedad nos lo tiene que hacer más fácil, aún nos queda mucho en cuestión de espacios públicos adaptados y en cuestión de trato. La gente nos tiene que mirar como personas con capacidades y no como pobrecitos o pobrecitas, una palabra que aún se mantiene y que cuando la oigo yo pienso ¿quién será más pobrecito tú o yo?”.

Miramos sus cuadros llenos de colorido, de delicadeza, de sensibilidad y de fuerza, como la que muestra en la fotografía de la Jura de bandera. “Yo he jurado bandera -nos espeta de pronto levantando la barbilla-. Era un sueño, una ilusión, mis cuatro hermanos habían jurado, ¿por qué no yo? ¿eh? ¿Por qué no yo?”. Sí, respondemos con absoluta convicción ¿por qué no tú?

La dejamos trabajando en su siguiente obra, un paisaje visto a través de una ventana abierta, siempre abierta.

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