Teresa Heredia "Vivimos un despertar de la mujer gitana" |
Licenciada en Derecho. Trabaja en el proyecto “Calí, por la Igualdad de las mujeres gitanas”, de la Fundación Secretariado Gitano de Cáceres y cofundadora de la asociación de jóvenes “Aire nuevo Caló”
“Desde pequeñita ya intentaba mediar en los distintos asuntos de casa, entre mis hermanos…”. Vamos, que Teresa se sabía con armas y habilidades suficientes para hacer que las cosas fluyeran por el camino correcto. Y lo hemos podido comprobar. Lo pudimos comprobar cuando nos encontramos con ella en la Facultad de Derecho de Cáceres. No estudió aquí pero sí nos cita aquí. Parece que las aulas, los largos pasillos, las conversaciones en las escaleras y los últimos repasos en la cafetería de la facultad parece que le tiran.
Es gitana, sexta hija de un matrimonio gitano de Dalía, un municipio de la Alpujarra almeriense, educada con unos principios “tradicionales, ni mejores ni peores –puntualiza-, principios y valores que son los que conocían mis padres”. Eso sí, entre esos principios estaba el respeto y ese fue el que ella sintió cuando decide comunicar a sus padres que quiere estudiar, que quiere estudiar Derecho y que para eso tiene que salir de casa, trasladarse a otra ciudad, abandonar temporalmente la casa familiar, romper, en cierto modo, con estereotipos tan limitativos como ese que dice “si estudias es que te estás apayando”. Como quien recibe de regalo alas para volar, Teresa se siente no solo apoyada sino animada. Una vez más, rompiendo estereotipos.
Tres obstáculos
Teresa junto a compañeros y compañeras juristas |
Un programa para ayudar a esas mujeres que “necesitan un empujón” para que sean partícipes ellas mismas de la lucha contra la discriminación, contra los estereotipos que inmovilizan a la mujer gitana en el papel de madre y esposa o contra las desigualdades. Y qué mejor que la persona que encabece este trabajo sea una mujer gitana que no cumple los tópicos. “Yo les hago ver que somos una nueva generación, que nuestras circunstancias sociales y económicas ya no son como hace cincuenta años y que podemos seguir manteniendo nuestros valores pero adaptándolos a los nuevos tiempos”.
“¡No! –nos dice tajante- Jamás se me ocurriría decirles lo que tienen que hacer, lo que les digo es que dediquen tiempo a ellas mismas, que hagan lo que hagan sea porque ellas quieren hacerlo y no porque alguien les obligue o por el qué dirán”. Es la única forma, aclara, para el tan referido empoderamiento de la mujer.
Acabar con la “superwoman”
Es en este momento cuando dice que hay que luchar por acabar con la “superwoman” que, intencionadamente, unos, e inconscientemente, otros y otras, han ido creando. “Las mujeres hemos conseguido irnos incorporando al mundo laboral, pero a la vez hemos ido creando esa imagen de multimujer: mujer que trabaja en la casa, fuera de la casa, que atiende a los niños, a sus clases y sus deberes, al marido… Es hora de decir basta”.A estas alturas de la conversación Teresa nos ha reiterado en más de un momento que estas discriminaciones o desigualdades se dan en toda la sociedad, “en la comunidad gitana y en la comunidad mayoritaria”, e insiste en la necesidad de romper ideas transmitidas, incluso, a través de programas de algún medio de comunicación. “Alguno de ellos nos ha hecho mucho daño, reflejan una comunidad gitana que no es así, pudo ser así hace mucho tiempo, puede haber algo, pero hoy no es así, y esos programas no nos hacen ningún bien, y mucho menos a la mujer”, a la que dan un papel sumiso ante el hombre.
De la pareja
Teresa junto a otros miembros de la asociación "Aire Nuevo Caló" |
Y lo dice una mujer gitana hasta la médula, de perfil jurídico, que nos pide que la miremos: “Soy gitana, ¿pero dirías que soy gitana, según esos falsos cánones, si me encuentras en una clase de la Universidad? Pues como yo hay muchos gitanos y gitanas en las universidades, estudiando, preparándose, sabiendo que estamos en otra época y felicitándose por ello”.
Pero el haber salido de su tierra, de su casa no significa que esta joven jurista olvide de dónde viene. Ya tiene planes: opositar para inspector de Trabajo. “Vengo de una zona donde la explotación laboral a los trabajadores ha sido y es enorme; estoy concienciada; quiero ser inspector de trabajo”. Es firme y segura a sus 25 años, algo a lo que contribuyó, sin ninguna duda, el hecho de que sus padres y sus hermanos y hermanas mayores la animaran “a ser lo que quisiera ser, al margen de tradiciones o costumbres”.
“¿Que si la legislación en materia de mujer está bien hecha?”, sonríe tras repreguntarnos nuestra pregunta. “En el papel cabe todo. El asunto y lo importante es ponerlo en práctica, llevarlo a la calle, concienciar a las personas y a los responsables para que ese papel se cumpla, y ahí tenemos que estar”.
Nos despedimos sabiendo que no habrá descanso, allá donde Teresa decida ir, para los que quieran ignorar los derechos de los trabajadores y trabajadoras y, por supuesto, los derechos de las mujeres, en plural, siempre en plural, porque son muchas y muy distintas.
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